martes, 31 de enero de 2017

Amigos que se van yendo. Jotamario Arbeláez. Uno, muy especial, el poeta Armando Orozco. Bogotá, Enero 31, 2017

.

Publica y difunde: NTC …Nos Topamos Con 
.
Amigos que se van yendo
Jotamario Arbeláez
 Bogotá, Enero 31, 2017

He tenido en esta bendita vida que se me está prolongando,
sin haber terminado la misión asumida de contar la historia del mundo de los amigos en éste y los otros mundos,
amigos de todo tipo en quienes me he apoyado para escampar tempestades físicas, sentimentales, éticas, políticas y morales.
Más amigos que amores, vale decir, por cuanto estos últimos suelen desaparecer al llegar el próximo.
En cambio un amigo nuevo se convierte en el amigo de los amigos de siempre.
Un amigo más, decía después de su nombre aquel que estrechaba una mano.
Son pocos los amigos que exigen que se rompa con otro amigo porque es su enemigo. Y muy blandos o muy tibios los que lo hacen.    


Comienzo por los amigos de farra, los de la ebriedad por las carreteras y en los billares
y en las casas y calles de mala reputación que era donde uno hacía valer su virilidad de la peor manera,
los cómplices en los bailes y los levantes y defensores en las peleas a porrazo limpio,
los que le prestaban la camisa para volver presentable a casa,
los que se hacían pasar por uno cuando alguien le disparaba.
De entre ellos recuerdo y exalto a Alfredo Sánchez.   


Los amigos de oficina, con quienes se compartía el horario del tedio y se jugaba a las confidencias,
se tapaban las faltas y se rajaba del jefe, se servía de fiador y llegaba uno a casa justificado después de una pérdida de dos días.
De entre ellos recuerdo y exalto a Fabio Lozano, el brujo.


Los amigos de la peligrosa solidaridad ideológica,
cómplices en la conspiración subterránea, así no se militara sino con la simpatía.
De entre ellos recuerdo y exalto a Carlos Pizarro, el comandante-papito.


Los amigos literarios y filosóficos con quienes se conspiraba sin armas,
se fumaba maracachafa y se firmaban manifiestos colectivos,
se conversaba de libros que se prestaban, de exposiciones y conciertos y películas de estética común,
de nuevas teorías que aparecían, de premios que se ofrecían y que había que ganar,
se pedía un prólogo y, como creían en uno, eran lógicamente los más inteligentes de la manada.
De entre ellos recuerdo y exalto a Gonzalo Arango, el profeta.



Los amigos ocasionales con quienes no se tenía nada en común sino el hecho de verse en brincos toda una vida,
coincidiendo en el momento menos pensado que era cuando se requería de un refuerzo para una argumentación, para una recomendación, para una defensa o un préstamo.
De entre ellos recuerdo y exalto a Álvaro Bejarano, el loco.


Los amigos indelebles que son aquellos de los que uno no puede carecer así no tengan que ver en nada sus ideas ni sus intereses,
los que conoció de chiquito y en todas las etapas dejaron su impronta,
los que pensaron que eran parte del cuerpo de uno como uno parte del alma de ellos. Siameses.
De entre ellos recuerdo y exalto a Víctor Mario Martínez, “Pitillo”.


Poeta Armando Orozco



Los amigos de la poesía de la calle y del café caliente con empanadas,
conversadas hacia esos temas que eran la revolución de la poesía y la poesía de la revolución en el mismo frasco.
Esos que tenían tema infinito porque lo habían vivido todo, sobre todo persecuciones de las que habían sobrevivido y heroicas hazañas de plastilina,
como la de secuestrar un avión a Cuba amenazando con hacerlo volar con un pote de talco para los pies.
Ese era el poeta Armando Orozco a quien un cáncer se le presentó de improviso mientras cuidaba el del amor de su vida,
su cantada y pintada mujer Isabel, solidaria con su pasión salvadora del ser humano secularmente vejado.
Pero por encima de su compromiso con el partido y sobre todo con el periódico Voz, era la gracia encarnada en sus charlas de sobremesa.
Sólo una vez le gané una, cuando me pidió que redactara un slogan publicitario para generar más confianza en el periódico Voz, no solo entre los comunistas sino entre los demás cristianos.
Es de los mejores que he hecho, y él lo presentó convencido, pero del Comintern nos mandaron a freír espárragos.
Decía llana y rotundamente: “En Voz confío”.       


Sus amigos de todas las gradaciones hemos perdido al poeta.
Es un decir. Los perdidos somos nosotros ahora sin su presencia.  
 ----


* Publicado en:
El País, Opinión, columna |  jotamario-arbelaez - Enero 31 de 2017 - 01:04
Jotamario Arbelaez
http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/jotamario-arbelaez/amigos-van-yendo

----
NTC ... ENLACES

En lo alto del instante
Armando Orozco Tovar
.
Ilustración de la carátula: "Muchachas de Morindó", Por Armando Orozco Tovar, 2009, aguadas, 0.50 x o.35 mts
Click derecho sobre las imágenes para ampliarlas en una nueva ventana. 
Luego click sobre la imagen para mayor ampliación

Colección Un libro por centavos. Universidad Externado de Colombia, Decanatura Cultural.  Primera edición Diciembre de 2010. Este Número 65 es una selección de poemas de Armando Orozco Tovar, realizada por él, para la Colección. (Imágenes del ejemplar original en la NTC ... Biblioteca P-2501, de la Colección Completa)

Armando Orozco Tovar Bogotá 1943. Es Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana donde ganó premios y menciones en poesía y en el 83 en la Universidad Central de Bogotá. Fue redactor de Radio Habana Cuba. Tiene publicados textos en el país y en el exterior y figura en antologías. Ha editado Asumir el Tiempo, Las cosas en su sitio, Eso es todo, En lo alto del instante, Para llamar a las sombras, Visiones, Del sonámbulo imaginado y Radar del azar. Figura en el diccionario de Luis María Sánchez (Plaza & Janes Editores Colombia Ltda., 1978) y en ¿Quién es quién en la poesía colombiana? de Rogelio Echavarría, editado por el Ministerio de Cultura. Ha escrito crónicas, ensayos y artículos periodísticos. Asistió invitado al Festival Internacional de Poesía de Medellín. Fue director de la Casa de la Cultura de Soacha (Cund). Figura entre los poetas reseñados por Poetry Internacional donde fue traducido al inglés y otros idiomas. Durante veinticinco años dictó clases en diversas universidades de Bogotá y realizó talleres de poesía y cuento en la Casa de Poesía Silva y en la Universidad Externado de Colombia. Ha expuesto plumillas en tinta china y acrílicos en La Habana y Bogotá. * http://www.poetryinternationalweb.net/pi/site/poet/item/13914/16/Armando-Orozco-Tovar


NTC … NOTA: Murió el 25 de enero de 2017 en su casa del barrio Kennedy, en Bogotá.

En la página 26 del libro:

EL VIAJE

Todos vamos con cuidado desapareciendo.
Estamos aquí,
nos ven y nos saludan,
hasta que un día nadie nos vuelve a ver
y dicen:
“Entró a un monasterio, está en la cárcel,
se casó. Le dieron empleo en Nueva York,
está viviendo en Camerún. Cría conejos.
es zombi en Haití, conspirador, negrero.
dejó el ocio, puso negocio.
Se fue para las selvas del Chocó,
quemó sus libros. Se le vio rezando en Popayán.
adquirió la sífilis, era maldito.”

O por el contrario nadie nos recuerda,
nadie dice nada,
a uno fácilmente los amigos lo olvidan.
Fue tan discreta la fuga, la partida, el viaje,
que sólo los más íntimos preguntan:
¿dónde está ahora?

A Armando Cuervo Romero
---------


Armando Orozco Tovar. Su Facebook:

La imagen puede contener: 1 persona, de pie, tocando un instrumento musical, barba y niños
--------------
Claveles rojos para Armando Orozco
Por: Carlos Gutiérrez Cuevas
Bogotá, 27 de Enero de 2017


Publica y difunde: NTC …Nos Topamos Con 



domingo, 1 de enero de 2017

Las horas contadas. Jotamario Arbeláez. Bogotá, Diciembre 31. 2016


Publica y difunde: NTC …Nos Topamos Con 

Bogotá, Diciembre 31. 2016

Las horas contadas

Jotamario Arbeláez

A Harold Alvarado Tenorio
Van llegando las horas de la muerte.
Vienen con paso tardo pero firme.
Tiemblan los que la deben, el enfermo,
el boleteado, el perseguido por la mala suerte.
El herido se mira en el espejo. Peor está el espejo con su herida.
Tiemblan en la pared los calendarios. Los ayeres se borran con un trapo.
La mañana es la última que alumbra. 
Cursa el sol con sus vueltas ya cumplidas.
Las nubes perezosas pesarosas.
Los paisajes sentados en el suelo.
Se oye pólvora sorda en el recuerdo.
Nadie piensa en el fin hasta que acaba. 

Tuvo todo su tiempo para sacarnos de la pestilencia.
Nos pegamos a él y en él creímos.
Va muriendo de muerte natural.
Natural es el muerto en cualquier caso.
Salvo en la ejecución, el crimen y el suicidio.
Y en la infame calumnia.
Con el sol de mañana estará frío.
Nadie apostaría un peso por su vida.  

Gracias a su trabajo temporal cuánto se avizoró, cuánto se hizo,
cuánto se echó hacia atrás, cuánto fracaso.
Se comió, se durmió. Cruceros hubo.
Las peleas no faltaron, las traiciones.
Se folló con lo propio y con lo ajeno.
Despertó en mucha gente la esperanza.
Y en otra la esperanza de acabarla.
No tuvo paz mirando de acordarlas.
Pudo ser el patriarca de las horas.
El que cantara el fin de la barbarie.

Amaneció con la certeza de que ese día no pasaba.
Tenía clara conciencia de todo lo malo hecho
y de lo bueno por hacer, que era más difícil.
Aunque prácticamente se limitó a poner su tiempo.
No se le notaba tristeza, o sólo la de la misión cumplida.
No se sentía mal, nada le dolía,
estaba a paz y salvo con la caja de su existencia.
Esperaría hasta el final de la noche para marcharse,
tal como había venido, en medio de expresiones gozosas.
Cuánta gente había visto morir, cuánta nacer, cuánta enfermar y sanar,
cuánta caer en accidentes o ante horrendas masacres.
Lo vio, lo vio todo, lo vio siempre,
ni fue culpa suya ni hizo nada por evitarlo.
El papel de defensor no le concernía, ni tampoco el de acusador,
 a lo sumo de testigo impasible y mudo.
Ser de fatalidad ante todo, su función fue la de propiciar lo vivido.
Y pensar como el monje zen,
sólo me falta morir para que mi felicidad sea completa.

La vida está llena de etapas y la muerte no es más que la meta consagratoria.
Empeñarse en vivir más allá del tiempo fijado
–o el que el cuerpo resista–, es comedia de masoquistas.
No hay como irse en el momento que es.
Ante un redoblar de campanas que ya sabemos por quién repican.

Todo el mundo sabe que hoy va a morir y a nadie le importa un bledo.
Debí haber puesto que un culo pero comprendan que me estoy puliendo.
Es la indiferencia por un muerto más en este mundo de muertos múltiples.
Todo el mundo llora a los suyos. Aparezcan o no aparezcan.
Desde hace más de cincuenta años vivimos en la capital de la muerte.
Pero ya estamos saliendo. Aunque muchos  prefieran que no salgamos.

Sentimos que a partir de mañana ya no podremos seguir contando con él.
Se va sin gloria ni pena y serán pocos los que registrarán su recuerdo.
Nadie llorará por él como si se tratara del más pobre hideputa.
Así es el destino con quien asume obligado el rol de su sino.
Sin la posibilidad de cambiarlo.
Nadie lamentará su silencio en la fiesta de su deceso.
Creo ser el único que por él va a soltar una lágrima,
en vista de mis últimos dictámenes médicos y a que ambos tenemos la edad
vivida..   

Todos tenemos los años y los meses, los días y las horas contados.
Para eso se inventaron los relojes, y las agendas y los almanaques.
El prospecto se dispone más puntual que un puntero.
No parece tan viejo, qué caray, pero debe dar paso al que le suceda.
Hasta en las fiestas más finas no se podían privar del gusto de su partida. 

Aplausos, risas, campanadas. Son las doce de la noche. El año ya terminó.

Bogotá, Diciembre 31. 2016.
------------------

Publicado como columna de opinión :

Las horas contadas

Al varado poeta

Por Jotamario Arbelaez

El País, Enero 3, 2016


Aplausos, risas, campanadas. Se escuchan 12 cañonazos. El año muere.

Publica y difunde: NTC …Nos Topamos Con