domingo, 29 de septiembre de 2013

Álvaro Mutis, las tierras bajas. (Bogotá, 1923). Por Juan Manuel Roca. De su libro "Galería de espejos", 2012

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VIENE y COMPLEMENTO DE: 
ÁLVARO MUTIS , 
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Álvaro Mutis, las tierras bajas (Bogotá1923)

Por Juan Manuel Roca 

Juan Manuel Roca y Álvaro Mutis. Madrid, 2008 
Fotografía de Luis Felipe Orozco.
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De su libro "Galería de espejos", 2012, Páginas 154 a 160

Álvaro Mutis, las tierras bajas
(Bogotá, 1923)

A la par que los paisajes del tpico y de un lenguaje que lo ce-
lebra aun
en su aspecto más febril y destructivo, la poesía de Álvaro
Muti
s tiene su veta más atrayente en el hombre que habita en ese
clima de derrot
a: hospitales, hoteles desvencijados, guerreros des-
tinados a la derrota y la muerte, toda una historia clínica del mun-
do
. De un mundo por el que atraviesa la figura mítica y por momen-
to
s excesivamente literaria de Maqroll, el Gaviero, que husmea en
las heridas del mar y las ciudades, en salas de espera, en cuarteles
y estadios, donde el hombre se mira a sí mismo como si estuviera
despidiéndose de to
do, como si él mismo fuera una despedida. 


Cuando Mutis adopta la máscara de Maqroll, cuando se la pone
sobre su rostro para despersonalizar su yo poético, ya sabemos que
vendrán el miedo y el horror a visitamos. Pero también que en esas
dos estancias litrofes, que son como precipicios para el hombre
-miedo a lo desconocido y horror de sí mismo-, encontraremos
una lección de lo que es capaz todo auntico lenguaje: de hacer-
nos partícipes del milagro y el tedio de vivir a un mismo tiempo,

.
de ver mo la poesía está atravesada por la imaginación, la ficción
y
la fantasía. Mutis en estas tres materias es uno de los poetas más
dotados de nuestro país.
Por la imaginación llega a ese amplio surtidor de imágenes que
encaba
lga en sus poemas. Por su litigio con la realidad, logra crear
unas ficciones que fundan una nueva realidad. Por la fantasía pasa
de un mun
do miserable, agónico y brutal, a la belleza de los trenes
devorados por las yerbas y a un amplio catálogo de tesoros encon-
trados en lugares imposibles. Mutis vive atento a encontrar, aun en
los hospitales y en los paisajes visitados por la peste o la malaria, un
mil
agro. Y es que el milagro suyo está en cómo puede ver belleza
e
n lo terrible, algo que, como decía Rilke, también está en la natura-
l
eza de los ángeles.
. Mutis nos muestra la llaga, la pústula, la miseria humana, to-
do aqu
ello que en su poema «Pregón de los hospitales» llama con
d
ureza «el noviciado de la muerte». Si el mundo agónico que nos
presenta Mutis no estuviera severamente castigado por un lengua-
je punzante como un bistu, cubierto de un fasto verbal que a ve-
ces desemboca en letanías pero, sobre todo de un virtuoso cuidado
musical, posiblemente terminaría por asfixiamos en un banquete de
catástrofes.
Lo que Fernando Charry Lara llama «los prejuicios de la tradi-
ción
», esto es el recetario, las buenas maneras lingüísticas, los temas
consabidos y
«lo comúnmente calificado como poético», no entra
en
la poesía de Álvaro Mutis. Como Baudelaire o como Lautréamont,
e
l poeta de «Los elementos del desastrreúne, a veces en prosa y
o
tras en verso, un concilio de hechos que hermanan la rosa y la
h
erida, el cafetal y «los rincones donde los mendigos/ inventa
una temblorosa cadena de placer», un concilio de luces y sombras de
que proviene su permanente misterio.
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Página 156

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En su visión del trópico, que por supuesto está emparentada en
el l
enguaje con el de Saint-John Perse (21), hay también un entronque
con la temática de buena parte de la poesía de su coetáneo Héctor
R
ojas Herazo, en la que se nos revela, de igual manera y con distin-
tos procedimientos, que todo lo que toca el trópico se vuelve ruina,
d
esastre, tierra de nadie, mundo a punto de ser devorado. Afirma el
m
ismo Rojas Herazo: «Los elementos del desastre, parece decimos
Muti
s en estos cuadros sonoros, son nuestros elementos. Estamos
hechos de destrucción y de duda». (22)

A su vez, el poeta y crítico Guillermo Martínez González afirma
que «los personajes de Mutis son la antítesis del paradigma heroi-
c
o, son ordinarios Ulises que han sucumbido en el destierro, mar-
chitos e
mpleados de sórdidas pensiones (. .. ), guerreros carcomidos
por
el trópico y alucinados por recientes derrotas». (23)

He vuelto a leer con atención la poesía de Mutis. Durante un tiem-
po, tiempo de juvenil radicalismo, me molestó una estancia de su
poesía, aquella que al unísono con esta herida que es su visn del
mundo, sacralizaba a los reyes, festejaba una dinastía de monarcas
y que se proclamara monarquista. Ahora creo, a lo mejor, que eso
fue un ma
l chiste suyo hecho a espaldas de Maqroll el Gaviero, un
ave
nturero y marino que parece siempre un rey destronado por las
fiebres, un reyezuelo de sí mismo que no respeta jerarquías, una es-
pecie de anarquista de callejones, un paria de tabernas y de muelles.

Pido disculpas por la infidencia, pero fueron precisamente las de-
claraciones, la profesión de fe de Mutis en la monarquía, lo que me
.

llevó al intento de un regicidio poético que se llama «Epigrama del
poder»: «Con coronas de nieve bajo el sol/ cruzan los reyes». Quise,
sin conocerlo y con la petulancia de poder mortificarlo, dedicarle
el epigrama. Pero preferí no hacerla pues ya había hecho un trata-
do de paz con su poesía, con lo dominante de ella: su preocupación
por el hombre, por el destino de barro animado que es el hombre,
por su eterna falta de armonía, por el exilio que vive en la propia
soledad de su cuerpo.

Es curiosa la paradoja de este «monarquista», que por momen-
tos parece tener más un espíritu anarquista. Su poesía es desobedien-
te, insumisa, no pide permiso a nadie para ser. Hay también algo de
anarquista en sus declaraciones y ya sabemos que muchas veces so-
mos distintos de lo que creemos ser. Valga de ejemplo: cuando a Ni-
kolái Gógol, el gran novelista ruso, fueron a decirle que su esplén-
dida novela Las almas muertas era la demolición del zarismo, una
diatriba contra ese mundo miserable engendrado por los zares de
Rusia, el primer sorprendido y molesto fue él mismo, que se creía
zarista. Sirva la digresión para decir que cuando Mutis dice que «nun-
ca he participado en política, no he votado jamás y el último hecho
político que me preocupa de veras es la caída de Bizancio en manos
de los infieles en l453», con todo lo de exageración y mofa que pue-
da tener su declaración, con todo lo que de humorada y evasión en-
cierra, tiene sin duda un sesgo anarquista.

Ruego al dios de Maqroll, que a veces le quitaba «a los ciegos su
bastón», que me perdone por no creerle del todo su pregonado amor
por la monarquía, y que si esto fuera cierto, sus poemas sobre ese
tema resultan tan políticos como los de algunos poetas de su otra
orilla ideológica, de Nazim Hikmet a César Vallejo, de René Char
a Juan Gelman, de Miguel Hernández a Yannis Ritsos. De manera
que si algunos críticos condenan a los poetas libertarios por mez-
clar ideología y poesía, también podrían empezar a hacerla con los
autores de la estirpe de Mutis. Amén.

.

Otra cosa muy diferente es su más decantada poesía, la que
oscilando entre la descripción narrativa y el lirismo da cuenta de
nuestro paisaje. Quizá él, en la compañía indudable de Aurelio Ar-
turo, sea quien mejor ha atrapado nuestra naturaleza.

Hay un poema suyo en Los trabajos perdidos titulado «Nocturno»,
que recomiendo a todo viajero o a todo exiliado colombiano. Abrir
un libro suyo en estos versos es recibir una rebanada de paisaje, un
olor a humedad y a tierra caliente, como si él mismo fuera una es-
pecie de talismán, de documento lírico que desde su raigambre y
autenticidad logra hacernos entender que pertenecemos a un lugar,
a un paisaje no solo físico sino espiritual. Es un poema sensorial,
que entremezcla el olor y el oído con una visión conmovedora de la
zona cafetera:


Esta noche ha vuelto la lluvia sobre los cafetales.

Sobre las hojas de plátano,

sobre las altas ramas de los cámbulos,

ha vuelto a llover esta noche un agua persistente y vastísima

que crece las acequias y comienza a hendir los ríos

que gimen con su nocturna carga de lodos vegetales.

La lluvia sobre el zinc de los tejados

canta su presencia y me aleja del sueño

hasta dejarme en un crecer de las aguas sin sosiego,

en la noche fresquísima que chorrea

por entre la bóveda de los cafetos

y escurre por el enfermo tronco de los balsos gigantes.

Ahora, de repente, en mitad de la noche

ha regresado la lluvia sobre los cafetales

y entre el vocerío vegetal de las aguas

me llega la intacta materia de otros días

salvada del ajeno trabajo de los años.

.

ÁLVARO MUTIS EN SUS PROPIAS PALABRAS:

« (...)

olvido así quién soy, de dónde vengo,

hasta cuando una noche 

comienza el golpeteo de la lluvia

y corre el agua por

las calles en silencio

y un olor húmedo y cierto

me regresa a

las grandes noches del Tolima».




Fragmento de su poema "Exilio" 

El Poema leído por Álvaro Mutis: 

http://www.goear.com/listen/f8a2dc0/exilio-poema-alvaro-mutis

del Cd HJCK 1999,  http://ntcpoesia.blogspot.com/2013_10_01_archive.html
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(21) Poeta y diplomático nacido elas Antillas (1887-1975). Obtuvo ePremio
Nobe
en 1960Este poeta calificó como excelentelas traducciones de sus poemas hechas por JorgZalamea. http://es.wikipedia.org/wiki/Saint-John_Perse

(22) «Loelementos del desastre"ETiempo, Bogotá, 1954.

(23) ETras lahuellas dMaqroll eGaviero, edición a cargde Santiago Mutis, tomo II, Colcultura, Bogotá, 1993
http://ntc-narrativa.blogspot.com/2013_08_25_archive.html
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Versión en imágenes del texto, en: 

http://es.calameo.com/read/0009483281035ddbcc43b 

y en
  https://docs.google.com/file/d/0B-ABjQmYGMXbNGlLUU9laWd1Qmc/edit

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Texto y documento incluído en

25 de agosto de 2013

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Sobre el libro y sobre su autor:

 8 de mayo de 2012
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Publica y difunde: NTC … * ,  Nos Topamos Con
 http://ntcblog.blogspot.com * , ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia.
* Se actualiza periódicamente. Septiembre 25,  2013


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http://ntc-libros-de-poesia.blogspot.com/2012_05_08_archive.html
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Este texto aspira a pasar revista sobre algunos poetas y poemas
emblemáticos de nuestra poesía. Es una suerte de balance
personal del autor que está entre el ensayo, la historia y la
crítica y que busca llevar la poesía a nuevos lectores y dialogar
con los ya habituales. Más que un libro de historia es un libro
de historias.

Aunque se centra en los poetas nacidos en el siglo XX, traza
unos retratos de grupo de los diferentes momentos de la poesía
colombiana. Hace énfasis en generaciones surgidas en el siglo
pasado como Los Nuevos, Piedra y cielo, Mito, el Nadaísmo,
y pone como tope a los poetas nacidos en la década de los
cincuenta, de quienes el autor considera que ya se puede emitir
un juicio crítico y una consideración de tipo histórico.

Como un aporte relevante, el libro incluye un ensayo con
trazos dramáticos sobre la relación entre poesía y violencia.
«No puede negarse que en la poesía colombiana se refleja el
campo minado de nuestra violenta realidad», dice Roca.

«Mi deseo es que este libro pueda ser leído por amantes del tema
y, sobre todo, por profesores y estudiantes críticos y exigentes».
Galería de espejos nos recuerda que ni la poesía ni la historia
tienen por qué ser aburridas.
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